Tal vez sea meramente una leyenda urbana, pero se atribuye al médico del gran director de orquesta S. Celibidache que le recetó un curioso consejo contra la delicadeza de su corazón, a saber, que no dirigiera la música de A. Bruckner. Celibidache fue grabado en esta versión de la Séptima Sinfonía del poco conocido músico austríaco. El médico debía de tener razón, porque la cosa está de infarto.