Leopoldo Mozart y su hijo llegaron a Roma en el año 1770 y el por aquel entonces adolescente (tenía 14 años) escuchó un concierto en la imponente Capilla Sixtina del Vaticano. Aquella pieza vocal sólo podía interpretarse allí dentro y estaba expresamente prohibido por el Papa publicarla: quien lo hiciera sería excomulgado. Cuando salió del concierto, Amadeus, quien sólo la había escuchadio una vez, la transcribió: ¡la tenía completa en su cabeza! El Papa Clemente XIV, admirado por la proeza del compositor, no sólo no lo excomulgó sino que lo nombró Caballero de la Orden de la Espuela de Oro, aunque a Mozart el reconocimiento no pareció impresionarlo demasiado. ¿De qué obra se trataba? Del hermoso y complejo Miserere de A. Allegri.
En esta memoria excepcional para la música está basada la escena de la película Amadeus en la que A. Salieri casi se muere de rabia al ver cómo Mozart es capaz no sólo de interpretar la ñoña pieza de bienvenida que le había compuesto tras haberla oído "sólo una vez", sino de desarrollarla "variándola" y convertirla en una joya (ya que es, en esta ficción realista de M. Forman, el "Non piu andrai farfallone amoroso" de la ópera Las bodas de Fígaro cuyo Fígaro, aprovecho para decirlo, no tiene nada que ver con el de El barbero de sevilla).